Última actualización el 16 de marzo de 2021 por Jamie
Ejercicio" es una palabra temida por muchos
"Ejercicio y espiritualidad", ¿cómo se entrelazan? te preguntarás, pues bien, en este añadido te explicaré cómo estas dos prácticas están más relacionadas de lo que crees.
El ejercicio suele dejarse al final de la lista de tareas pendientes y tiende a ser un mal necesario para muchos. Para algunos, es sólo un propósito de año nuevo que se abandona un par de semanas después. Para otros, es una pasión para toda la vida y un viaje gratificante. Piensa para ti: "¿En qué categoría estoy yo?".
Independientemente del campo en el que caigas, ¿has pensado alguna vez en los beneficios que puede tener hacer ejercicio, aparte de mejorar tu salud y darte ese cuerpo tan deseado? Nuestra vida emocional, mental y espiritual imita y se entrelaza con nuestra vida física en muchísimas áreas.
Por ejemplo, en lugar de ver el ejercicio sólo como una forma de conseguir chicas/chicos, abdominales o trasero, míralo como una oportunidad para crecer espiritualmente. Tal vez ésta sea una nueva perspectiva que te incite a colocar el ejercicio en lo más alto de tu lista de cosas por hacer y a comprometerte con él.
Cómo se entrelazan tu ejercicio y tu espiritualidad
Hay muchas lecciones que podemos extraer del ejercicio en cuanto a su utilización en otras áreas de nuestra vida. Sin embargo, voy a centrarme principalmente en tres hoy que pueden ayudarnos a construir y transformar nuestra vida espiritual y emocionalal tiempo que aumentamos nuestra estatura física y nuestro bienestar.
Comprender la transformación
No nos engañemos. Sacar el cuerpo de la cama temprano por la mañana para hacer ejercicio vigoroso es inútil a primera vista en términos de motivación, a menos que tengas un objetivo en mente. Pero, si crees que esos sacrificios matutinos e incontables horas de duro trabajo te ayudarán en tu camino y te llevarán a tus objetivos, es mucho más probable que conjures la motivación.
Cuando vayas al gimnasio todos los días, empezarás a ver cómo la versión de ti mismo que has imaginado durante años, empieza a hacerse realidad. La fe en que tu trabajo y sacrificio están cambiando tu cuerpo día a día, aunque no veas los cambios hoy, te motivará a trabajar aún más duro.
Como persona espiritual, cuando la vida se pone dura, es bueno recordar que lo que siembras hoy, acabarás cosechándolo. Si consigues desafiarte a ti mismo cada mañana con la esperanza de mejorar tu físico, seguro que puedes replicar lo mismo en tu vida espiritual y en tu vida en general.
Independientemente de tu brújula espiritual, los seres humanos viven de la fe en lo invisible, creyendo que las recompensas llegarán pronto.
Confiar en el proceso
Si has intentado hacer ejercicio antes (con éxito o no), sabrás que es una inversión a largo plazo, no puedes esperar ir al gimnasio una vez y estar cachas para siempre.
¿Cuántas veces has empezado un régimen de adelgazamiento o una "transformación" física sólo porque en una revista o en un anuncio de Facebook ponía "Consigue un six-pack en 4 semanas"?
Es fácil rendirse y volver a las viejas costumbres, como comer alimentos poco saludables o saltarse un entrenamiento. Cuando aparece la frustración, los deportistas inexpertos suelen recurrir a esta opción porque los resultados son lentos. En cambio, hacer ejercicio y llevar una vida sana no son sólo procesos de palomitas en los que los resultados estallan en un par de minutos.
El trabajo que realizas hoy forma parte de un largo proceso, de un viaje. Y si te mantienes firme, los resultados empezarán a verse. El esfuerzo y el tiempo que pasas a puerta cerrada, el dolor que sientes cuando nadie te observa, están creando los cimientos de un estilo de vida sano y en forma que produce resultados duraderos. Pero, tienes que esperar un mes o dos o incluso seis para empezar a ver estos resultados.
Profundiza
Comer sano y hacer ejercicio con regularidad nos permite vivir la vida con las mínimas limitaciones. Sentirse fuerte es estupendo: tener energía suficiente para ir de excursión con los amigos o dar un largo paseo en bici con la familia en un día soleado. O algo tan sencillo como levantar y bajar a tu pequeño o a tu hermano.
Sin embargo, construir ese nivel de fuerza requiere mucha dedicación. Digamos que estás haciendo una flexión y, al bajar, sientes que no te queda nada en el tanque. En lugar de abandonar, te esfuerzas aún más para completar otra flexión.
Si profundizas, siempre encontrarás la energía para llevar tu dedicación y sacrificio al siguiente nivel.
La Encrucijada del Ejercicio y la Espititualidad
1. Proporciona un sentimiento de plenitud
Además de los beneficios físicos, hacer ejercicio te ayuda a sentirte más vivo y feliz porque te mantiene en un estado elevado. Generalmente, cuanto mejor te sientas físicamente, mejor será tu sensación espiritual de bienestar. Si estás bien asentado en tu decisión de hacer ejercicio, podrás tomar decisiones saludables en otros aspectos de tu vida.
2. Hacer ejercicio te da tiempo para reflexionar
El tiempo que pasas levantando pesas o en la cinta de correr es precioso. Pensarás en los problemas de tu vida y encontrarás soluciones a esos problemas. Procesarás la situación de tu vida y descubrirás dónde están tu mente y tu corazón en las distintas situaciones. La autorreflexión te llevará a comprender mejor quién eres, por qué y dónde estás en la vida.
3. Liberas energía y emociones
El ejercicio físico sirve como liberación emocional y mental; puedes liberar la presión interior y la angustia que se acumulan en tu interior. El régimen de ejercicio se transforma en una metáfora de las cosas que ocurren en tu vida. Si produces la energía necesaria para seguir corriendo 10 km, por ejemplo, por pura determinación, puedes convocar esa determinación en otros aspectos de la vida, porque ya lo has hecho en el gimnasio.
Con suerte, si has tenido problemas para mantenerte sano o para hacer ejercicio en general, el artículo anterior te dará una nueva perspectiva. No hay mejor momento para fortalecer tu fuerza espiritual que hoy. Y no hay nada mejor que matar dos pájaros de un tiro.